viernes, 16 de mayo de 2025

Stop

 Bah, para qué esforzarme en escribir nada… tampoco nadie lo va a leer…

jueves, 22 de septiembre de 2022

Microrrelato (de mierda) (by me)

 

Me desperté tan tarde que hasta el dinosaurio se había ido ya. 

 

Microrrelato (by Ignatius Farray)

viernes, 1 de julio de 2022

Wishful Thinking

"De esta saldremos mejores"

No.


Cuando, tras dos años de sequía, un huracán de abrazos inundó el mundo desde las anchas avenidas de París hasta el callejón más decrépito de Calcuta, pilló a todos maravillosamente desprevenidos. Nadie pudo prever su llegada ni el alcance de tan inesperada tormenta. Y el tornado de besos que le siguió fue aun más virulento.

Los daños fueron irreparables. 

Millones de soledades quedaron huerfanas de tristeza. Cientos de miles de depresiones perdieron, irónicamente, el sentido de su existencia y decidieron abandonar este mundo, dejando tras de si solo las sonrisas de quienes recuperaron la esperanza. Miles de toneladas de corazones rotos fueron arrastrados por una riada de cariño hacia el mar, donde acabaron uniendose en uno solo para formar una isla que los mantuvo a todos a flote para siempre. Las almas de hormigón se empaparon de compasión y empatía, quedando sus muros derruidos. 

El mundo tal y como lo conocemos se vino abajo. Y toda la avaricia, el resentimiento, el odio, la maldad, la envidia y demás estructuras consideradas básicas en la sociedad, desaparecieron para desesperación de todos los que habían medrado en tan perfecto y frío esquema. 

Y rendidos ante tamaña fuerza de la naturaleza, la humanidad solo pudo ser feliz, quedando a merced de aquel fenómeno meteoro-ilógico.

martes, 31 de diciembre de 2019

Years and years

Dicen que el tiempo vuela.

Yo no se si vuela, corre, navega o repta. A lo mejor el tiempo es como un hobbit y simplemente pasea por esos senderos en los que nunca reparas,  cauteloso de la "gente grande", despreocupado de los mal llamados "asuntos importantes", con pasos silenciosos y con su pipa de buena hierba en la boca, de forma que ni siquiera notamos que está ahí. Y cuando te quieres dar cuenta, ya ha pasado y ni te has dado cuenta.

El caso es que ya hace más de un año desde la última vez que me entretuve en golpear este estúpido artefacto con teclas intentando amainar mis tormentas. Un año entero. Y un mes. Qué cabrón el hobbit este...

Y supuestamente es momento de hacer balance. Podría enumerar mis penas y alegrías de los últimos doce meses. Podría intentar terminar esta entrada con una frase optimista y cerrar la pantalla sintiéndome satisfecho conmigo mismo por haber sobrevivido otro año, por ser más viejo y más sabio, por haber sido capaz de sobreponerme a la adversidad, por haber sabido disfrutar de los momentos buenos, y un largo blablabla que haría palidecer a Paulo Coelho, y a su hijo bastardo Mr. Wonderful.

Pero, siendo sincero, me da bastante igual. Hace tiempo que dejé de intentar buscarle significado a esta estúpida sucesión de hechos, sean casuales o no, a la que llamamos "vida", y por tanto, que la suma de cosas buenas sea superior o inferior a la suma de cosas malas en un periodo determinado de tiempo, me parece de lo más irrelevante.

Sigo respirando, comiendo y durmiendo. Sigo mirándome al espejo cada mañana con la conciencia tranquila y la cabeza alta. Sigo queriendo a los míos y disfrutando del amor que me dan. Sigo haciendo mi trabajo lo mejor que se. Sigo intentando hacer el bien siempre que puedo e intento tratar a todo el mundo como me gustaría que me trataran a mi.

Si eso me lleva a algún lado, bueno o no, es lo de menos. Porque sé que, llegue donde llegue, habrán sido mis pasos, y no los de nadie más, los que me han llevado allí.

Y eso es lo mejor que te puede pasar este año, el próximo, o cualquier otro. Y es lo que os deseo a todos, leáis esto o no.

Sé el dueño de tu vida.


sábado, 17 de noviembre de 2018

Momentos

Aún hay momentos en los que siento la oscuridad. Momentos en los que aún quiero que todo arda.

Hay momentos en los que no soy más que un nudo en la boca del estómago o el rastro que deja una lágrima en la mejilla. Momentos en los que soy un granito de arena en el Sahara. Una duda con patas. Un llanto ambulante. Un ovillo bajo la almohada. Una escapatoria sin salida.

Hay momentos en los que soy todas las palabras que no dije. Y todas las que dije pero no comunicaban lo que siento. Momentos en los que soy incomunicación, aislamiento. Una foto sin flash en mitad de la noche. Una nada llena de... nada.

Hay momentos en los que mi pecho es la piedra que sostiene al mundo, aguantando un peso inaguantable. Sosteniendo una respiración insostenible. Un corazón latiendo por inercia agarrándose al borde del precipicio.

Hay momentos en los que desearía no ser yo.

Pero es lo que soy. Lo soy. En todo momento.

martes, 6 de noviembre de 2018

Una reflexión rápida

Es curioso.

Encuentro a un montón de gente que, hartos de todo, dicen que están deseando perderse.

Yo, en cambio, estoy deseando encontrarme. Y me parece mucho más complicado. Llevo toda la vida intentándolo...