domingo, 10 de septiembre de 2017

Prólogo

Vaya, amigo, creo que no deberías estar aquí.

Me parece que no eres consciente del riesgo que corres, así que te daré el beneficio de pensar que es la simple ignorancia, y no la temeridad, lo que te ha traído. Seguramente ni siquiera sabes como has llegado. Ya veo como parpadeas sin cesar, con esa mirada de no tener muy claro lo que ha pasado. Eres clavadito a un ciervo en plena noche, sorprendido en mitad de la carretera por los faros de un 4x4 a toda velocidad. Así que no me cabe duda que es una cuestión de ignorancia. Bendita ignorancia.

Y no. Definitivamente no deberías estar aquí. En este rincón fuera del universo y del tiempo.

Pero el caso es que aquí estás.

¿Notas ese ligero zumbido en la cabeza? ¿Como si te hubieran puesto un móvil con vibración en cada oreja y no dejaran de llamar? Es normal. Aquí las tres dimensiones que conoces no son válidas. Ni el tiempo. Ni ninguna otra ley física que los humanos hayan sido capaces de formular hasta ahora. De hecho, si tu cuerpo no ha estallado en partículas sub-atómicas es porque tus átomos tienen la manía de convivir y trabajar siempre juntos desde que naciste. En un lugar como este la voluntad pesa, y mucho, sobre lo que tú considerarías el "plano físico". Así que procura que no pierdan esa sana costumbre durante el rato que estés aquí. Que no será mucho. O puede que sí. Es difícil de saber cuando el tiempo no transcurre.

Ahora no hagas ruido, que tenemos compañía. Mira. ¿Los ves allí? Sí, ya se que es complicado enfocar la vista y que todo parecen sombras en tres dimensiones. Ni siquiera sombras bien delimitadas, si no esas sombras con bordes difuminados, como cuando hay muchos focos apuntando a un solo objeto. Es normal. No es luz lo que reciben tus ojos. Seguramente ni siquiera estás viendo con los ojos, pero en un lugar como este la costumbre pesa, y mucho. Así que tus ojos intentan hacer el trabajo igualmente.

Intenta olvidarte de eso, y simplemente obsérvalos. No te molestes en contarlos, te acabarás mareando más intentando recorrer mentalmente el círculo que forman. Ya te adelanto que son dieciséis. Y no, por más que los veas como figuras altas, delgadas y en túnicas negras y encapuchadas esa no es su verdadera forma. Ni eso que parecen grandes picos y grandes ojos como máscaras de los médicos de la peste del siglo XVII son en realidad sus caras. Pero es la única manera que tiene tu mente de representarlos físicamente. En un lugar como este la imaginación pesa, y mucho. Así que las dimensiones que no existen, tu mente las rellena. Y por eso tampoco eres capaz de discernir si son gigantes como planetas o casi microscópicos como ácaros

Sí. Por qué no... Los Doctores me parece un buen nombre para ellos. A fin de cuentas, nadie conoce mejor que ellos los entramados de nuestro universo (y de muchos más), y son capaces de hacer y deshacer el tejido de la existencia a su antojo. Aunque para ellos somos menos que motas de polvo, por lo que nunca reparan en nuestros nimios destinos. Pero si algún día se detuvieran a observarnos, tendrían la capacidad de jugar con ellos como tú jugabas con las hormigas en el jardín cuando eras pequeño, cortándolas el camino o llevándolas de un lado a otro sin que pudieran hacer nada para evitarlo. Podrían incluso destruir todo nuestro universo igual que tú podías destrozar o inundar el hormiguero, si es que eras un niño especialmente travieso.

Así que observa, escucha, y no hagas ninguna otra cosa, ahora que sabes que no es buena idea atraer su atención. Ni siquiera respires. Aquí no te hace falta.

Es aquí donde se reúnen siempre. En esta cámara, sin tiempo, en ninguna parte. Y hoy parecen discutir algún asunto serio. El Primero, el que abre y a la vez cierra el círculo, parece estar enfadado. Sé que tú también lo percibes. ¿Te has fijado en como su pico parece cada vez más largo y sus ropas cada vez más negras? ¿Te has fijado en como su silueta se agranda y difumina cada vez más? Algo malo pasa.

En cambio El Octavo ahora se ve totalmente definido y casi perceptible por todos los sentidos. Parece casi humano ¿Escuchas eso? Creo que es su risa. Seguramente sea eso lo que tanto enfada al Primero. Aquí no hay aire y no se transmite el sonido de ninguno de los dos, pero sé que notas la vibración de sus voces en tu cabeza. No sé que traman, ni qué les hace discutir, pero teniendo en cuenta la naturaleza de estos seres, temo, y mucho, las consecuencias de cualquier desacuerdo que tengan.

Sí. A mi también me asusta ese repentino silencio.

Vaya. Creo que miran hacia aquí. Si es que se puede decir que Los Doctores "miran". Pero si perciben algo igual que tú y yo percibimos a través de la vista, diría que te miran directamente a ti. Y seguramente con la misma curiosidad e intenciones con las que tú mirarías a una hormiga solitaria en mitad del escritorio de tu oficina.

Creo que es el momento de que me retire. Me encantaría indicarte el camino de salida, pero como no sé cómo has llegado, no te puedo indicar por donde debes irte. Por tu bien, espero que tú si lo sepas. Y si no lo sabes, al menos te queda el consuelo de que en un sitio como este la intención pesa, y mucho. Así que puede que una vía para escapar se abra ante ti,  incluso si no la conoces.

O puede que no.

Ya te lo dije: no deberías estar aquí.

lunes, 5 de junio de 2017

A little piece of heaven

Últimamente he aprendido que vivimos rodeados de cientos, miles, millones de cosas que no necesitamos.

No necesitamos el miedo. No necesitamos la culpa. No necesitamos el rencor ni la rabia. No necesitamos la mayor parte de recuerdos inoportunos que nos asaltan por las esquinas de la cotidianidad. No necesitamos explicaciones de lo que no pudimos cambiar porque nunca dependió de nosotros. No necesitamos el control, porque nunca lo hemos tenido y nunca lo tendremos. Ni siquiera necesitamos la sensación de tenerlo, porque no es más que otra mentira con la que cegarnos a nosotros mismos. No necesitamos todas esas baratijas en las que nos gastamos el sueldo para hacer ver que encajamos. No necesitamos una hipoteca ni un contrato fijo: son atajos hacia el encaje en la sociedad que se espera de nosotros, pero en realidad no los necesitamos. 

A veces solo necesitamos una mirada. A veces un susurro al oído. A veces solo necesitamos un beso y una caricia. A veces simplemente una charla hasta que el sol sorprende por el horizonte. A veces solo necesitamos la brisa y el azul del Mediterraneo al salir de la cama. A veces una sonrisa. A veces basta con sentir que el corazón late más fuerte. A veces un cosquilleo en la boca del estómago. A veces se para el reloj para que nuestras vidas se pongan realmente en marcha. A veces el lugar y la hora son lo de menos.

A veces solo necesitamos eso: un trocito de cielo.

miércoles, 31 de mayo de 2017

Roll the dice

if you’re going to try, go all the
way.
otherwise, don’t even start.

if you’re going to try, go all the
way.
this could mean losing girlfriends,
wives, relatives, jobs and
maybe your mind.

go all the way.
it could mean not eating for 3 or 4 days.
it could mean freezing on a
park bench.
it could mean jail,
it could mean derision,
mockery,
isolation.
isolation is the gift,
all the others are a test of your
endurance, of
how much you really want to
do it.
and you’ll do it
despite rejection and the worst odds
and it will be better than
anything else
you can imagine.

if you’re going to try,
go all the way.
there is no other feeling like
that.
you will be alone with the gods
and the nights will flame with
fire.

do it, do it, do it.
do it.

all the way
all the way.

you will ride life straight to
perfect laughter, its
the only good fight
there is.

– Charles Bukowski

sábado, 20 de mayo de 2017

El comienzo

"Everything that has a beginning, has an end" - The Oracle

Truman camina por el borde de su mundo. Hace apenas unos segundos que ha chocado con esa pared que le ha revelado la verdad. La verdad de que nada era verdad. Esa verdad que, a pesar de que siempre ha notado que estaba ahí, resultaba tan inabarcable que por eso era imposible de creer.

Y aunque es difícil asumir que durante tanto tiempo todo alrededor era ficticio, el alivio que le produce ver por fin los hilos, topar de cara con la realidad, puede con todo lo demás. Le invade la tranquilidad de tener por fin un camino que seguir: descubrir la verdad es también descubrir la salida.

No hay rabia, ni odio, ni frustración. Eso apenas ha durado unos minutos y ya ha pasado. Quizá permanece una pequeña sensación de desasosiego ante el futuro e incluso algo de admiración al darse cuenta del esfuerzo que supone mantener tamaña ficción durante tanto tiempo. Pero nada de eso hace sombra a la emoción que supone haber sacado esa espina que durante todo ese tiempo ha llevado clavada en su corazón, en su alma y en sus pensamientos. Nada hace sombra a la sensación de completar el puzle, de haber encajado la última pieza y poder por fin levantarse de la silla y abandonar la habitación sin sentir el desasosiego de la incompletitud.

Le reconforta descubrir que que el mundo no es una serie de catastróficas coincidencias que siempre tenían como efecto secundario el irremisible extravío de esa última pieza, y por ende su esclavitud a esa pequeña isla de piezas irregulares que no encajaban.

Y el creador de tamaña mentira, esa voz sin una cara, ya no puede hacer nada. No hay excusa. No hay un solo motivo en el universo que pueda convencerlo de que ese mundo falso, irreal, creado a su medida, tiene un fin altruista o que es mejor que cualquier otra realidad, por dura que sea.

"Buenos días, buenas tardes y buenas noches".

Truman ríe. Al fin ríe. Al fin ríe de corazón. Al fin ríe libre.

Truman brinda una reverencia a su público. Se da la vuelta y abandona la escena. Para siempre.

Fin.

jueves, 23 de marzo de 2017

Canfranc

Sentado en la vía del tren, como Otis Redding en el muelle de la bahía.

Esperando.

Esperando.

Esperando.

Esperando.

Pero no hay olas en este mar de asfalto insalubre. Ni una brisa de viento que empuje las velas de los trenes que no pasan. Que ya no vuelan sobre maderos e hierros. Que ya ni siquiera se arrastran, como se arrastra un crucerista aborregado entre ruinas romanas de cualquier ciudad portuaria. Si acaso resuena un lejano eco de los trenes que pasaron, pero se pierde entre los árboles de las montañas y es cada vez más tenue.

Sentado. Esperando. Mirando al cielo. Que, como leí en un lugar hermoso, vuela sobre nuestras cabezas, observando impasible, sin juicios ni sentencias.

Y qué más da. La espera. La vía. Los trenes. Las olas. El viento. El cielo. Qué mas da.

Si me late el corazón, y tengo aire para respirar. Si tengo manos para construir y pies para no huir. Si tengo ojos para reír y boca para callar.

Si estoy vivo.

Sí, estoy vivo.

jueves, 16 de marzo de 2017

Todo negro

No se que pasa que lo veo todo negro.

Será que todas las luces están apagadas. Será que la casa duerme arropada por la madrugada. Será que hasta las farolas de la calle hoy están agotadas de iluminar. Y todo está oscuro.

"Hello darkness, my old friend", pienso.

Y siento que esa oscuridad, fría, áspera, cruel, me invade.

Pero esta noche se lo permito. Esta noche no quiero luchar, estoy cansado de ponerle barreras. Estoy cansado de sentirla como un ente ajeno al que tengo que expulsar. Hoy no.

Hoy, esta noche, la dejo pasar. La quiero hacer mía. Es mi oscuridad. Mi negrura. Mi dolor. Mi llanto. Soy yo.

Le doy la bienvenida. La dejo bajar por mi garganta, cortándome la voz, ahogando un grito. La dejo invadir mis pulmones impidiéndome respirar. La dejo abrazar mis tripas, sintiendo como las encoje, las pellizca y las revuelve. La dejo transpirar hasta mi piel, erizando mi vello y helando mi sudor. La dejo invadir mi mirada para cegar lo poco que veía en la oscuridad.

Y me dejo llevar, flotando en la negrura, sin sentir ya ni las sábanas que me arropaban ni el colchón que me acogía. Sólo yo con mi oscuridad siendo uno.

Hasta quedarme dormido, sin saber si por la mañana seguiré siendo yo o solo quedará esa oscuridad.



lunes, 2 de enero de 2017

Ghost of you

¿Qué es un fantasma? - Dr. Casares (El espinazo del diablo)

Hace poco me visitó el fantasma de tu recuerdo.

No es nada nuevo, viene a verme de vez en cuando. Normalmente da algún aviso de su llegada: alguna cortina se mueve en mi memoria o un leve ruido de cadenas sube desde las catacumbas de mi pensamiento. Y normalmente no le doy más importancia. Sé que, si simplemente ignoro su ruido, se acabará cansando y desvaneciendo otra vez.

Pero esta vez no. Esta vez atacó a traición.

Estaba escondido detrás de una canción inesperada. Una de esas canciones que intercambiábamos cuando tú y yo aún éramos tú y yo. Aquella que nos prometía abrazos en silencio cuando no hubiera palabras que calmaran nuestra inquietud. Esa que hicimos realidad aquella mañana tan llena del azul de tus ojos que desde entonces soy incapaz de saber de qué color es el cielo.

Y así, de repente, me asusté. Como solo puede asustarme un fantasma. Y con el estómago encogido y el pulso tembloroso, me volví a ver intentando arrancar la lápida bajo la que guardé tus recuerdos el día que decidiste marcharte, sin un porqué, sin una despedida, para no volver a saber de ti. Me vi destrozando mis manos desnudas cavando en el cementerio de los recuerdos perdidos, intentando recuperar algo de ti que me explique lo que pasó.

Pero es inútil. Porque todo este tiempo de silencio habla por si solo. Y me dice que, para ti, mi recuerdo es, quizá, solo un instante de dolor. Algo muerto que parece por momentos vivo aún. Un sentimiento suspendido en el tiempo, como una fotografía borrosa. Como un insecto atrapado en ámbar.

Que, para ti, mi recuerdo es solo eso. Un fantasma.