jueves, 22 de septiembre de 2022

Microrrelato (de mierda) (by me)

 

Me desperté tan tarde que hasta el dinosaurio se había ido ya. 

 

Microrrelato (by Ignatius Farray)

viernes, 1 de julio de 2022

Wishful Thinking

"De esta saldremos mejores"

No.


Cuando, tras dos años de sequía, un huracán de abrazos inundó el mundo desde las anchas avenidas de París hasta el callejón más decrépito de Calcuta, pilló a todos maravillosamente desprevenidos. Nadie pudo prever su llegada ni el alcance de tan inesperada tormenta. Y el tornado de besos que le siguió fue aun más virulento.

Los daños fueron irreparables. 

Millones de soledades quedaron huerfanas de tristeza. Cientos de miles de depresiones perdieron, irónicamente, el sentido de su existencia y decidieron abandonar este mundo, dejando tras de si solo las sonrisas de quienes recuperaron la esperanza. Miles de toneladas de corazones rotos fueron arrastrados por una riada de cariño hacia el mar, donde acabaron uniendose en uno solo para formar una isla que los mantuvo a todos a flote para siempre. Las almas de hormigón se empaparon de compasión y empatía, quedando sus muros derruidos. 

El mundo tal y como lo conocemos se vino abajo. Y toda la avaricia, el resentimiento, el odio, la maldad, la envidia y demás estructuras consideradas básicas en la sociedad, desaparecieron para desesperación de todos los que habían medrado en tan perfecto y frío esquema. 

Y rendidos ante tamaña fuerza de la naturaleza, la humanidad solo pudo ser feliz, quedando a merced de aquel fenómeno meteoro-ilógico.

martes, 31 de diciembre de 2019

Years and years

Dicen que el tiempo vuela.

Yo no se si vuela, corre, navega o repta. A lo mejor el tiempo es como un hobbit y simplemente pasea por esos senderos en los que nunca reparas,  cauteloso de la "gente grande", despreocupado de los mal llamados "asuntos importantes", con pasos silenciosos y con su pipa de buena hierba en la boca, de forma que ni siquiera notamos que está ahí. Y cuando te quieres dar cuenta, ya ha pasado y ni te has dado cuenta.

El caso es que ya hace más de un año desde la última vez que me entretuve en golpear este estúpido artefacto con teclas intentando amainar mis tormentas. Un año entero. Y un mes. Qué cabrón el hobbit este...

Y supuestamente es momento de hacer balance. Podría enumerar mis penas y alegrías de los últimos doce meses. Podría intentar terminar esta entrada con una frase optimista y cerrar la pantalla sintiéndome satisfecho conmigo mismo por haber sobrevivido otro año, por ser más viejo y más sabio, por haber sido capaz de sobreponerme a la adversidad, por haber sabido disfrutar de los momentos buenos, y un largo blablabla que haría palidecer a Paulo Coelho, y a su hijo bastardo Mr. Wonderful.

Pero, siendo sincero, me da bastante igual. Hace tiempo que dejé de intentar buscarle significado a esta estúpida sucesión de hechos, sean casuales o no, a la que llamamos "vida", y por tanto, que la suma de cosas buenas sea superior o inferior a la suma de cosas malas en un periodo determinado de tiempo, me parece de lo más irrelevante.

Sigo respirando, comiendo y durmiendo. Sigo mirándome al espejo cada mañana con la conciencia tranquila y la cabeza alta. Sigo queriendo a los míos y disfrutando del amor que me dan. Sigo haciendo mi trabajo lo mejor que se. Sigo intentando hacer el bien siempre que puedo e intento tratar a todo el mundo como me gustaría que me trataran a mi.

Si eso me lleva a algún lado, bueno o no, es lo de menos. Porque sé que, llegue donde llegue, habrán sido mis pasos, y no los de nadie más, los que me han llevado allí.

Y eso es lo mejor que te puede pasar este año, el próximo, o cualquier otro. Y es lo que os deseo a todos, leáis esto o no.

Sé el dueño de tu vida.


sábado, 17 de noviembre de 2018

Momentos

Aún hay momentos en los que siento la oscuridad. Momentos en los que aún quiero que todo arda.

Hay momentos en los que no soy más que un nudo en la boca del estómago o el rastro que deja una lágrima en la mejilla. Momentos en los que soy un granito de arena en el Sahara. Una duda con patas. Un llanto ambulante. Un ovillo bajo la almohada. Una escapatoria sin salida.

Hay momentos en los que soy todas las palabras que no dije. Y todas las que dije pero no comunicaban lo que siento. Momentos en los que soy incomunicación, aislamiento. Una foto sin flash en mitad de la noche. Una nada llena de... nada.

Hay momentos en los que mi pecho es la piedra que sostiene al mundo, aguantando un peso inaguantable. Sosteniendo una respiración insostenible. Un corazón latiendo por inercia agarrándose al borde del precipicio.

Hay momentos en los que desearía no ser yo.

Pero es lo que soy. Lo soy. En todo momento.

martes, 6 de noviembre de 2018

Una reflexión rápida

Es curioso.

Encuentro a un montón de gente que, hartos de todo, dicen que están deseando perderse.

Yo, en cambio, estoy deseando encontrarme. Y me parece mucho más complicado. Llevo toda la vida intentándolo...

domingo, 14 de octubre de 2018

Self

No soy gran cosa. Muchos dirían que mi vida carece de interés. Y seguramente tengan algo de razón, como casi todo el mundo. Y como las vidas de casi todo el mundo. Pero no por ello dejan de ser valiosas.

Mi familia es toda heterosexual. Mis padres llevan más de 40 años casados. Ha habido alguna discusión entre ellos, pero en 40 años es lo menos que se puede pedir. Algún grito alguna vez, pero se pueden contar con los dedos de una mano, y apuesto a que algún dedo sobraría. Estoy bastante convencido de haber sido sobreprotegido en mi infancia y adolescencia, con lo cual tengo algún miedo de más, y no soy especialmente dado a confiar de primeras en la gente. Con mis hermanos me llevaba mal de pequeño, y mejor de mayor. Resumiendo: ninguna disfunción que se salga de los márgenes.

Como estudiante fui de más a menos, conforme más esfuerzo requería la tarea. Es la maldición del inteligente. Si no te cuesta trabajo aprender, no desarrollas cultura de trabajo. Pero la inteligencia tiene un límite y llega el día que requieres de esa capacidad de esfuerzo que, ups, no has adquirido. Pero al final, a base de suspensos, te acabas dando cuenta de que no queda otra que currarse los aprobados, y por lo civil o por lo penal, acabas adquiriéndola. O eso, o dejar los estudios. Pero llegados a cierto punto no merecía la pena abandonar.

Al menos he tenido la suerte de que me llamara una profesión que parece tener un buen futuro y nicho laboral. Tengo un trabajo de oficina. Ocho horas diarias, o más, sentado delante de una pantalla y un teclado. Reuniones, alguna llamada, algún café con los compañeros, en un puesto que sería poco más que cabo primero si estuviera en el mundo militar. Hay días de cierta tensión y días con risas. Y días con ambas cosas. Mi jefe no es un cabrón al que pueda culpar de todos los males del universo, y no hay ningún Sánchez o Benitez al que pueda acusar de vago o, por el contrario, de haberme robado un ascenso porque "en realidad el que sabe soy yo". Tengo un buen sueldo, buenos compañeros, y me siento valorado.

No soy ni guapo ni feo. Tengo cierto atractivo para ciertas miradas, y han halago más de una vez mi voz y mis manos, pero tengo la nariz grande y los ojos pequeños, y un pelo indomable. Al menos lo conservo todo y sin apenas canas, lo que dado mi edad ya es todo un logro. No estoy fibroso de gimnasio, pero tampoco gordo, aunque tengo mi dosis de tripita, que intento mantener a raya con más o menos éxito dependiendo de la época del año.

No soy antisistema ni tengo ninguna ideología extremista. Mi nacionalismo va poco más allá de mi barrio, apenas alcanza mi ciudad y su equipo de fútbol, mi sistema es mi familia y la gente cercana a la que quiero. Si viviera en una utopía comunista, mi sistema seguiría siendo mi familia y la gente cercana a la que quiero. Si viviera en un sistema feudal de la edad media, mi sistema seguiría siendo mi familia y la gente cercana a la que quiero. Nada de lo que hay por encima e ellos me puede doler. Me parecerá justo o injusto, y en la medida que pueda lucharé para que ellos y yo tengamos la mejor vida posible, pero no tengo ánimo de cambiar el mundo.

No quiero vivir dando la vuelta al mundo con un trabajo exótico, ni siquiera quiero vivir sin trabajar. No quiero ser millonario, ni CEO de una gran empresa. Igual estaría bien, pero también está bien trabajar y tener una rutina, un asidero de normalidad. No quiero salvar el mundo, me conformo con no destruir la parte que me toca. No quiero sacar a inmigrantes del agua en el Mediterraneo, me conformo con donar mensualmente a una ONG.

Soy lo que muchos llamarían "un tipo gris". Una medianía. Un tío normal. Un Don Nadie. John Doe. Fulanito. Pero me da igual. No me importa.

Solo quiero disfrutar de comer una buena hamburguesa de vez en cuando. De alguna copa de vino con la cena cuando pueda. De las nubes pasando tras un día de lluvia, o del aire en la cara en cualquier mañana de otoño. De la escena inicial de La La Land, o de pasar miedo con "Dejame Salir". De pegar una bola recta y larga en el campo de golf un par de veces al mes.

Puede que algún día escriba un libro y me haga famoso. Puede que alguna palabra que yo diga, algún trozo de código que escriba, o algún invento que ingenie, cambie algo y el mundo se vuelva un lugar mejor. Pero lo veo poco probable. Puede que algún día tenga un hijo, un nieto o cualquier descendiente lejano que logre algo así. Pero desde luego no me siento responsable ni siquiera de intentarlo.

Solo quiero amar con tranquilidad, y sentirme amado, por los míos, por mi gente. Por quien me quiera querer sin pedir nada a cambio. 

Solo quiero ser yo.